—Bésame
—susurró cerca de sus labios —. Quiero sentirte, necesito pensar que
eres mío, aunque sólo sea por primera y última vez.
Finalmente, las palabras retenidas tanto tiempo en su interior, brotaron de su garganta. Ya
no había marcha atrás. En el reflejo de sus ojos podía ver la lucha que se
debatía dentro de él, algo de asombro por escucharle decir aquello y algo más que no sabía definir. Dafne siempre logró disimular sus
sentimientos. Nunca se atrevió a decirle lo que sentía. Las interminables noches
imaginando sus besos, fantaseando con sus caricias y ahora le tenía tan cerca,
apenas separados por milímetros. Podía sentir su dulce y cálido aliento sobre
sus labios.
—Nunca pensé que… ¿por qué
nunca me lo dijiste?
—Debía haberlo hecho
—confesó Dafne apartándose un poco de él.
—Sí, me hubiera gustado
saberlo. ¿Por qué ahora?